
En los institutos, para muchos alumnos Cervantes es el hijo del ciervo, y Don Quijote alguno de los hermanos de Don Pepito. Un libro que tenga más de 20 años, probablemente, no sea más que un conjunto de páginas a las que hacerles un agujero con forma cuadrada en el centro para esconder hierbitas que los llevarán a mundos mágicos. Sin embargo, tal y como se comentó en una de las sesiones de esta asignatura, los alumnos leen y escriben a menudo. Creo que integrarse en el microcosmos de los adolescentes y salirnos del nuestro propio es vital para que te presten atención, opinen y se motiven.
A menudo, la diferencia generacional entre alumnos y profesores hace que los docentes utilicen materiales en los que se tratan temas que no despiertan ningún interés entre los alumnos, es por eso que hay que salir del universo creado en la sala de profesores e integrarse en ese mundo que rodea a los quinceañeros, sus ídolos, su música... y por su puesto ¡¡SUS LECTURAS!! Y es que por increíble que le pueda parecer a más de un profesor, los jovencitos leen y mucho: páginas webs, magazines, literatura juvenil... es estadísticamente imposible que de este material no pueda salir nada aprovechable para el desarrollo de la competencia comunicativa.
Por cierto, ¿se imaginan ustedes un aula sin papel ni lápiz? Imposible, ¿verdad? Sería prácticamente imposible que los alumnos retuvieran toda la información en su mente. Sin embargo, en la antigua Grecia, la base para la educación eran los poemas de Homero que se recitaban de manera oral y memorística en una época en la que no había ni lápiz ni papel, es decir, los profesores impartían los contenidos de memoria y los alumnos retenían lo que podían tabién de memoria. Pero apareció la escritura, una de las primeras nuevas tecnnologías empleadas en la enseñanza que mejoró el retener los contenidos que los profesores de la época impartían. Hoy en día también tenemos nuevas tecnologías que han nacido hace relativamente poco y que cuyo efecto podría equipararse al que en su día tuvo la escitura en la docencia, ya que los circuitos y placas base han conseguido que la metodología educativa cambie completamente. Por lo tanto las nuevas tecnologías también nos dan un amplio abanico de posibilidades para estudiar lengua y literatura de una manera mucho más atractiva para los alumnos: textos digitales, imágenes, vídeos...
El conjunto de todo esto nos puede dar como resultado una unidad didactica mucho más interesante para el alumno que la que podamos encontrar en un libro de texto, podemos conseguir que el alumno se muestre interesado por las clases (algo que hubiera sido considerado milagro por más de un profesor de la vieja escuela), que aprenda lo mismo o incluso más. Esa sería la técnica ideal a la hora de hacer una programación de aula. El problema está en que preparar esto requiere un trabajo añadido para el profesor; es mucho más fácil para un docente seguir un libro de texto al pie de la letra.
En resumen, la clase perfecta sería aquella en la que un profe se preocupa por lo que mola y está guay y hace cosas chulas en clase y consigue que los alumnos no tengan que estudiar para el examen porque explica tan bien que con lo de clase ya te vale para hacer el examen y sacar bikain.
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